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El curso tiene reconocimiento ministerial y otorga puntaje a los docentes. Uno de los objetivo de esta formación es que el docente, además de llevarse herramientas para trabajar en el aula, pueda aportar a la elaboración de una política preventiva institucional para el consumo problemático de drogas. Cada una de las comisiones integrada por 60 docentes contó con el acompañamiento de dos asistentes académicas, Adriana Di Sarli y Stella Maris Vicente, ambas con más de quince años de experiencia en docencia, actuaron como nexo entre la comunidad educativa local, nuestra realidad y el cuerpo docente.
En un balance del proceso la lic. Claudia Sosa ponderó el compromiso asumidos por los asistentes. “Los docentes ven todos los días estas situaciones en las aulas; y deben tomar decisiones al respecto. Entonces tienen necesidad de sumar herramientas para abordar la problemática; porque es un tema que todavía asusta mucho. Ofrecerles herramientas es algo que alivia y los entusiasma”
Hacia una política preventiva
“Cada escuela puede desarrollar una política particular de acuerdo al perfil de jóvenes que tiene, a la situaciones de consumo que han visto o han tenido que abordar como escuela. En estos casos no hablamos de adicciones –dice Sosa- pero sí de situaciones de consumo; porque por lo general es difícil que un adicto esté en el sistema educativo. Pero alguien con un consumo incipiente, esporádico, o incluso alguien que empieza a tener un consumo problemático, probablemente esté en la escuela”. El curso brindó herramientas para diseñar dispositivos, proyecto o protocolos de acción que puedan ser desarrollados en la escuela. “Si los docentes están dispuestos, tienen algunas herramientas, pueden trabajar este tema de una manera preventiva con jóvenes que no ha iniciado el consumo o con algunos que incluso ya pueden haberlo iniciado”.
Seguimiento local
Adriana Di Sarli, una de las auxiliares pedagógicas del Curso de Preventores dijo que “creo que el sostenimiento de la asistencia de los alumnos es evidencia de su interés por el tema y que la muy buena organización pedagógico-didáctica del docente, juntas estas cuestiones hicieron que muchos completaran su cursada. Los docentes se actualizaron en cuanto al enfoque teórico de la temática y pudieron poner los límites claros entre lo que la escuela y los docentes pueden y deben hacer al respecto y aquello que es función de otros actores sociales. Este tipo de reflexión ayuda a disminuir las ansiedades de los docentes respecto a este mandato social de que la escuela debería hacer todo y así poder enfocarse en lo que la escuela si puede hacer frente al consumo problemático de drogas”.
Por su parte, Stella Maris Vicente dijo que “me posibilitó conocer otras realidades, preocupaciones que se manifiestan tanto en nivel de enseñanza primario como secundario, pero que tienen como eje central la misma problemática. A partir de ello, el curso facilitó la profundización de tema, brindando información concreta para generar acciones conjuntas en las organizaciones donde cada docente trabaja, de manera tal que se puedan establecer puentes reales entre lo intro y lo extra escolar con la comunidad”.