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Si bien desde hace tiempo se conoce la relación entre el consumo de ácidos grasos omega-6, presentes en muchos alimentos, y la disminución de la hipertensión, científicos de La Plata profundizan el estudio en la temática a partir de un descubrimiento propio: el mecanismo concreto con el que actúa uno de ellos para participar del proceso de control de la presión arterial.
La línea de investigación pertenece a un grupo del Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (IIFP, CONICET-UNLP).
Los expertos han podido probar que el ácido araquidónico (AA), una sustancia presente en las membranas celulares, juega un papel muy importante regulando de manera indirecta la cantidad de calcio dentro de la célula, dando lugar a un proceso que permite relajar las arterias y contribuir así a controlar la hipertensión arterial, evento que conlleva serios riesgos cardíacos.
“Nuestro laboratorio se especializa en el estudio de canales iónicos, proteínas que se encuentran en las membranas celulares y que se abren o cierran permitiendo o impidiendo el pasaje de iones de un lado a otro”, explica Pedro Martín, becario posdoctoral del CONICET en el IIFP.
“De acuerdo a ese intercambio –continúa- se determina lo que se llama potencial de membrana, responsable de las funciones inmediatas de cada célula”.
Las pruebas se realizaron mediante la transfección, es decir, la introducción de material genético en células de cultivo que carecían del canal BK, para que expresen únicamente un tipo de canal –con y sin subunidad beta 1- y probar así en qué condiciones se activaban al agregarles AA.
Experimentación en niveles y técnica artesanal
Los ensayos se hicieron en diferentes niveles, combinando sistemas simples con otros complejos.
Cada proceso se analizó en células de cultivo, que a priori no expresan ningún canal a menos que se les introduzca material genético para que lo hagan, y luego en células aisladas del tejido arterial.
“El primer caso nos sirve para mirar en profundidad el mecanismo, pero con la desventaja de perder el marco fisiológico.
En el siguiente estadio observamos el mismo proceso pero en relación a su contexto real, es decir, en la célula de músculo liso vascular”, señala Milesi.
Los especialistas reconocen una gran ventaja en la utilización de la técnica patch clamp que, a pesar de sus más de 30 años de existencia, no ha sido superada en el estudio de los canales iónicos de las membranas.
“Nosotros recibimos el cordón entero, lo abrimos, aislamos la arteria y las células, quitando el tejido conectivo que las mantiene agrupadas.
Con una micropipeta las vamos tocando de a una, las veces que sea necesario hasta dar con el canal”, cuenta Melisa Moncada, becaria del CONICET en el IIFP, y agrega:
“Es un método muy artesanal y altamente susceptible a los imponderables de toda muestra biológica”.
Interrogantes clínicos
El equipo de investigación trabaja en colaboración con el Servicio de Tocoginecología del Hospital Zonal de Agudos “Ricardo Gutiérrez” de La Plata.
Además de la provisión de cordones umbilicales, ambas partes tienen la intención de ir un poco más allá y apuntar a interrogantes de origen clínico, como los relacionados con ciertas afecciones que puedan estar -o no- asociadas al embarazo, como la hipertensión arterial, la diabetes o la preeclampsia.
“Queremos tomar tejido umbilical de gestaciones cuyas madres hayan sufrido patologías en los vasos sanguíneos y observar si se vio afectado por el entorno materno.
Teniendo en cuenta que esta arteria es una ramificación de la aorta fetal, si las alteraciones que ocurren en la mujer repercuten en el cordón, podríamos pensar que también lo hacen en la salud cardiovascular del neonato”, explica Agustín, becario del CONICET en el IIFP.
“Pensando a futuro, este conocimiento podría servir para facilitar la detección temprana de ciertos riesgos y promover terapias preventivas”, concluye Milesi.
Mercedes Benialgo