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El abandono de la brasileña Vale de su proyecto Potasio Río Colorado, en Mendoza; el despido de 1500 empleados por parte de Barrick en la construcción de Pascua Lama, en San Juan, y la reducción de los volúmenes exportables que se habían estimado para los próximos tres años hacen cada vez más endeble el discurso oficial que habla de un récord de inversiones en el sector minero para 2014.
Ocurre que, mientras el secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral, afirmó que el año próximo se invertirán en el sector $ 25.000 millones, la realidad muestra que se estará muy por debajo de esa cifra, puesto que son varias las empresas que han decidido postergar sus planes, debido a una combinación nociva de malas condiciones locales para su negocio y de una caída en el precio internacional de los minerales.
Esta situación ha hecho que, por ejemplo, la consultora abeceb.com reviera sus proyecciones acerca de la capacidad exportadora del sector con la mira puesta en un horizonte de tres años: en 2011 se calculaba que en 2016 las exportaciones mineras alcanzarían los US$ 16.654 millones; mientras que en la actualidad se considera que para esa fecha la cifra será de solo US$ 6667 millones.
Es verdad que el contexto internacional ya no es color de rosa para el sector, con un precio del oro que pasó de un pico de US$ 1900 la onza, a su actual cotización de US$ 1211, pero también es cierto que en países como Perú y Chile la rentabilidad es mayor para las compañías mineras que en la Argentina, entre otras cosas, porque tienen reglas de juego más claras.
Mariano Lamothe, economista de abeceb.com, explica que la caída de los precios internacionales hace que los presupuestos externos de las mineras se achiquen y éstas tengan menos margen de maniobra. "En este escenario, se tornan más exigentes a la hora de decidir dónde volcar su capital, por eso se van a países con mayor competitividad, donde pueden girar dividendos, no tienen brecha cambiaria y sufren menor presión tributaria", analiza el economista.
Así, mientras en el mundo la inversión minera cayó 30% en 2013 respecto de 2012, al pasar de US$ 20.000 millones a US$ 14.000 millones, en la Argentina se derrumbó 60 por ciento. Según comenta Julio Ríos Gómez, presidente del Grupo de Empresas Mineras de Exploración de la Argentina (Gemera), la exploración minera en el país bordeará una inversión anual de US$ 50 millones, muy lejos de los US$ 350 millones anuales que se habían estimado en 2010.
Para apreciar más el contraste con otros países mineros de la región y comprobar que no todo se explica por la caída del precio internacional, basta comparar con la situación de Perú: al mismo tiempo que en la Argentina se proyectaba una inversión anual de US$ 350 millones que luego cayó a 50 millones; en Perú se proyectaron desembolsos por US$ 1400 millones por año, que finalmente fueron de... US$ 6500 millones.
Desde Barrick, en tanto, señalan que es un mal momento para las mineras en todo el mundo, que se ha reducido la rentabilidad global de la firma -la mayor productora de oro mundial-, y que eso las obligó a redefinir todos sus proyectos. "Dentro de ese panorama, lo que se decidió en Pascua Lama -dicen desde la compañía- fue una desaceleración del proyecto y una continuación de las obras por partes."
Los proyectos que se detienen o demoran son los de exploración y construcción, puesto que los que están en producción tienen un costo hundido y deben continuar con la extracción aunque sus márgenes no sean los que se esperaban al inicio de la operación. Ríos Gómez precisa que hay 25 proyectos que estarían listos para poner en marcha y están parados a la espera de inversión. "A esos hay que sumarles otros 400 en distintas etapas de exploración que también están paralizados", acota.
Héctor Laplace, secretario general de la Asociación Obrera Minera Argentina, reconoce que luego de un auge de la actividad que se dio a partir de la ley de inversiones mineras (24.196), entre 1994 y 2011, en los últimos dos años se produjo un amesetamiento. "Hay razones externas, como la caída de los precios, e internas, como la prohibición para girar utilidades, la inflación y la dificultad de importar bienes de uso para la actividad", dice.
El problema con la menor inversión en exploración es que se mata así a la vaca lechera de la minería. Basta para tomar dimensión de eso el dato de que el auge de producción de minas que se dio a partir de 2003 y del que tanto se vanagloria el Gobierno, es producto de inversiones que se hicieron a partir de 1994.
En tanto, el presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), Martín Dedeu, mantiene su confianza en el potencial del país. "La Argentina puede llegar a ser una potencia minera como son hoy Chile y Perú. Pensemos que el 80-90% de los montos exportados quedan en el país en impuestos, sueldos y desarrollo de proveedores", destaca Dedeu. Por lo pronto, como dice Gómez Ríos, el número y valor de las minas en producción hacen de la Argentina un país con minería en lugar de un país minero.ría en el país.