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La ciencia explica el maravilloso olor de los libros
¿Alguna vez se han preguntado por qué huelen como huelen? Una vez más, la ciencia, lo resuelve todo.
Recién salidos del horno
Así como los famosos panqués de mi mamá cuando salen del horno, los libros nuevos también tienen un aroma delicioso (y ambos al envejecer resultan armas perfectas para descalabrar a alguien).
La variación de los productos químicos utilizados en la fabricación de libros hace un poco complicado determinar los compuestos exactos. Sin embargo, el famoso olor a libro nuevo se puede atribuir a tres fuentes principales: el papel (y los productos utilizados en su fabricación), las tintas utilizadas para imprimirlo y los adhesivos en la encuadernación del libro.
Obviamente, la variedad de tintas, pegamentos y papeles hace que el aroma varíe de un libro a otro. Nomás pa’ que quede más claro, el papel por ejemplo requiere de una serie de largos procesos químicos para ser creado. Incluso, puedes encontrarte por ahí papel hecho de pulpa de madera, de algodón o de algún otro textil.
Así, una librería se puede convertir en una fiesta de aromas pues cada libro tiene aroma propio. Hay incluso expertos que pueden, con un solo olfateo, saber qué tipo de papel o tinta tiene el libro. Es quizá, por estas variaciones que ningún investigador se ha atrevido a definir un aroma específico (de ahí que aún no exista Book by Hugo Boss).
A diferencia del olor de los libros nuevos, el olor de los viejos sí ha sido estudiado más a fondo. Esto, porque los investigadores creen que los elementos químicos que producen el olor son un potencial método de mantenimiento. Así pues, se puede casi asegurar que lo que crea el famoso olor a libro viejo, es la descomposición química de todos los compuestos del papel (básicamente ese maravilloso olor quiere decir que nuestro libro se está echando a perder).
El papel contiene, entre otros productos químicos, celulosa y pequeñas cantidades de lignina, un tipo de polímero orgánico (voy a hacer de cuenta que sé de lo que hablo). La lignina está presente en los árboles y es justo lo que ayuda a que se mantenga la rigidez de la madera. Los libros, sobretodo los viejos, contienen grandes cantidades de lignina (que además son los que crean el tono amarillento en las hojas) y cuando este polímero se descompone crea más compuestos químicos. Cuando todos se juntan en una gran fiesta de químicos, provocan el aroma que todos conocemos.
Fuente: http://www.animalpolitico.com/