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Un informe de la fiscalía de La Plata sobre la investigación del paradero de Jorge Julio López, de cuya desaparición se cumplen hoy 10 años, describe las principales líneas de trabajo centradas en los cruces de las llamadas telefónicas realizadas el 18 de septiembre de 2006 en la zona donde fue visto por última vez, y en el cotejo de sus huellas dactilares con la de los cuerpos sin identificación hallados en diferentes lugares del país.
Un informe fiscal recorre los caminos de la búsqueda para hallar a los responsables del secuestro
En el relevamiento elaborado por el fiscal general Marcelo Molina, coordinador de la Unidad que interviene en procesos por crímenes del terrorismo de Estado en La Plata, describe las principales líneas de trabajo de la Fiscalía, que está a cargo de la pesquisa desde el 18 de septiembre de 2009, a tres años de la desaparición del testigo y querellante en el juicio que condenó a Miguel Etchecolatz a prisión perpetua.
El informe presentado al titular de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, Jorge Auat, reseña que pese a los reclamos que desde 2014 viene realizando la fiscalía al Ministerio de Seguridad para recibir la asistencia de una fuerza “especializada en delitos complejos”, la denominada “Comisión Caso López” de la Policía Federal es la única que actualmente trabaja en la causa a las órdenes del Ministerio Público.
La causa se compone de 45 cuerpos principales, con 59 legajos y 74 anexos que “se distribuyen en otros tantos y numerosos cuerpos de actuaciones que han sido y siguen siendo analizados por esta fiscalía, sin hacer mención de las hipótesis perseguidas en la causa principal”, más los cuerpos y anexos durante los primeros meses de la investigación.
López desapareció de su domicilio en el barrio platense de Los Hornos el 18 de setiembre de 2006, cuando se esperaba que se dirigiera a la sede municipal para presenciar los alegatos del juicio que el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata seguía al represor Miguel Etchecolatz por delitos de lesa humanidad.
El hombre había sido secuestrado en 1977 y estuvo detenido hasta mediados de 1979 en cinco centros clandestinos de detención, y al brindar testimonio detallado en el juicio, había sido muy claro al identificar a Etchecolatz como el hombre que dirigía y ejecutaba las sesiones de tortura con picana en esa sede policial platense.
López, albañil y militante peronista, había realizado durante el juicio varios reconocimientos oculares en los centros donde estuvo detenido, como la comisaría quinta de La Plata y el Pozo de Arana, donde su profesión de albañil le permitió identificar fehacientemente sus lugares de cautiverio, aún cuando algunos de ellos habían sufrido remodelaciones.
Aquella mañana del 18 de setiembre de 2006, sobrevivientes de la última dictadura esperaron por horas que el hombre se presentara a presenciar los alegatos, pero López nunca llegó y hasta hoy se ignora dónde está.
Tras la alarma de familiares y organismos de derechos humanos por el paradero de López, el entonces ministro del Interior, Aníbal Fernández, aseguró que el gobierno nacional no descartaba 'ninguna hipótesis' sobre la desaparición de Julio López, y la administración bonaerense, encabezada por Felipe Solá, impuso una recompensa de 200.000 pesos para conocer datos sobre su paradero.
Además, a la búsqueda que lideró el ministerio de Seguridad provincial a cargo entonces de León Arslanián, se sumó la distribución de la foto del albañil desaparecido en todos los medios de transporte público y privado, en comercios, estaciones de servicio, en los vehículos oficiales de la provincia y los municipios y en las escuelas.
Ya desde los primeros días y ante la ausencia de noticias sobre el testigo, se sucedieron las marchas en La Plata y en diferentes puntos del país reclamando por su aparición.
"Hay elementos con los que contamos que son demasiado importantes como para hacerlos públicos", dijo Fernández tres días después de la desaparición de López, y varias fueron las pistas surgidas durante los primeros días que finalmente no condujeron a ningún resultado.
Una de ellas fue el cuerpo calcinado hallado en la noche del 20 de septiembre en la localidad de Punta Lara, municipio de Ensenada, que finalmente pertenecía a un hombre de entre 30 y 50 años.
Si bien en un primer momento se especuló con la posibilidad de que López se hubiera perdido por un shock emocional, con el correr de los días la hipótesis del secuestro fue cobrando fuerza.
Una semana después de la desaparición de López, el gobernador Solá atribuyó el posible secuestro a su condición de "testigo fundamental" en el juicio contra el ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense y para "intimidar a futuros testigos o impedir su participación en otros juicios" a represores de la última dictadura.
"Esto no tiene nada que ver con una desaparición cualquiera", dijo Solá y sentenció: "es el primer desaparecido desde los años del terrorismo de Estado".
Bronca de su hijo por la falta de avances en la causa
Rubén López, el hijo de Jorge Julio López, manifestó ayer su "bronca" por la falta de avances en la causa que investiga la desaparición del testigo hace diez años y afirmó que "genocidas" como Miguel Etchecolatz, a quien apuntó como "ideólogo" del secuestro en democracia de su padre, "se tienen que pudrir en la cárcel igual que Jorge Videla".
De esta manera, Rubén López cuestionó la medidas judiciales a favor de beneficiar con el arresto domiciliario al represor condenado por crímenes de lesa humanidad y que también es el principal sospechoso de la desaparición en 2006 de López.
Fuente: http://www.diariopopular.com.ar/ http://www.diariocronica.com.ar/