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Con un método sencillo, en muy poco tiempo los autores tuvieron total éxito en conseguir que los caballos comunicaran ciertas necesidades básicas.
Un grupo de caballos noruegos aprendió a comunicarse en un “código equino”, adquirido para comunicarse con sus cuidadores e informarles si tienen demasiado frío o demasiado calor.
No se trata de mantener conversaciones acerca de diferentes temas con los humanos, pero sí de indicar si necesitan que los abriguen o los refresquen dependiendo de su sensación térmica, y en esto se volvieron expertos.
Para lograrlo, los animales deben apuntar con sus narices hacia una de tres láminas con símbolos: una línea horizontal, una vertical y una en blanco. La línea horizontal significa que tienen frío y necesitan que les pongan una manta; la vertical significa que están acalorados y necesitan que les saquen la manta y la lámina en blanco significa que están bien y no necesitan ningún cambio.
Para entrenar a los caballos, los científicos los pusieron en condiciones muy cálidas con una manta encima, o bien en el frío, sin la manta. De esta manera los premiaron con zanahorias cuando seleccionaban la lámina que tenía más sentido para lo que necesitaban. Por ejemplo, los equinos que estaban sudando eran recompensados con una zanahoria cuando indicaban la lámina con la línea vertical (para que le sacaran la manta) y los que estaban temblando de frío recibían su premio cuando indicaban la lámina con la línea horizontal (para que les pusieran la manta). Cuando un caballo con calor se equivocaba y elegía una lámina horizontal, no recibía premio.
Durante dos semanas y con sólo 10 a 15 minutos de entrenamiento diario, los caballos aprendieron rápidamente a comunicarse con este sistema, con un índice de éxito de 100%.
Cuando los caballos se dieron cuenta de que podían “hablarles” a los humanos, se volvieron más entusiastas con la idea, tratando de obtener su atención para intentar expresar sus sentimientos, aun fuera del marco del entrenamiento. Por ejemplo, los que tenían calor a veces tocaban la lámina que indicaba que querían que les sacaran el abrigo, tan pronto como veían a los cuidadores acercarse. Cuando esto pasaba, los humanos veían que los caballos ya estaban sudando debajo de la manta, lo que demostraba que no lo hacían sólo por la zanahoria, sino que de verdad entendían el significado de los símbolos y las consecuencias de su elección.
Durante los meses siguientes, los investigadores observaron cómo los caballos usaban sus nuevas habilidades para comunicarse con sus dueños cada vez que se sentían acalorados o entumidos, a medida que el clima cambiaba naturalmente.
Fuente: http://www.elciudadano.cl/