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La Universidad Nacional de La Plata trabaja en el desarrollo de dos ambiciosos proyectos científicos sobre el uso medicinal del aceite de cannabis, un producto que ha mostrado buenos resultados como agente anticonvulsivo en pacientes con epilepsia y otras enfermedades.
Cabe aclarar que la autorización tanto para trabajos científicos como para su producción aún no está permitida en el país y además es imperioso hacer evaluaciones farmacológicas controladas.
Mientras crece la polémica y el Congreso de la Nación se apresta a debatir una norma que habilite la fabricación y control del aceite cannábico, un grupo de científicos del Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Bioactivos (LIDeB) de la Facultad de Ciencias Exactas, ya avanza en el desarrollo de un proyecto para su producción a pequeña escala.
Además, los investigadores aseguran que están en condiciones de posicionar al Laboratorio como centro de producción de sustancias que sirvan para el control de calidad del aceite del cannabis que se consume en el país. Es que, en muchos casos, las familias de pacientes epilépticos fabrican el aceite de manera casera, o bien logran importarlo desde otros países; el problema, indican desde la UNLP, es que en estas condiciones resulta casi imposible determinar con certeza las propiedades medicinales del producto.
Sobre este punto, el director del LIDeB, Luis Bruno Blanch, explicó que “el control de calidad del aceite cannabis para su uso medicinal nos remite a la ley sobre el uso de medicamentos, que plantea que es necesario determinar qué componentes tiene cada medicamento y en qué concentración”.
“Hasta ahora, y ante la ausencia de reglamentación, la elaboración del aceite suele realizarse de manera casera y muy informal, pero si a partir de una nueva legislación el Estado se hace presente, debemos ser rigurosos en los controles ya que estamos hablando de salud pública”, añadió.
Asimismo, detalló que “en el proceso de extracción del aceite se suelen utilizar distintos tipos de solventes, tales como alcohol, isopropanol, entre otros. Luego se hace un calentamiento para eliminar el solvente utilizado y, en esta instancia, suelen quedar restos de alcohol que pueden traer algún tipo de riesgo para la salud”.
“Como resultado -agregó el científico- se obtienen productos con distintos componentes y en distintas concentraciones, por eso la efectividad no siempre es la misma y requiere de un control profesional”.
En este contexto, recalcó que “el control de calidad es imprescindible. Imaginemos un paciente con epilepsia que lógicamente, tiene su organismo alterado y afectado por el uso frecuente de medicamentos específicos; a ese paciente no le podemos sumar un aceite que, por ejemplo, contenga restos de alcohol, ya que estaríamos agravando su condición”.
“Aquí es donde nuestra Universidad Pública, a través del LIDeB está preparada y capacitada para realizar los controles y verificar que se cumpla con los estándares de calidad que requiere este tipo de medicamentos”, prosiguió.
Mientras siguen de cerca el avance del proyecto de ley que podría habilitar la producción y comercialización del aceite de cannabis en el país, los investigadores aseguraron que ya están en condiciones de producir aceite cannábico en el laboratorio, aunque en una escala reducida, es decir, no más de dos litros mensuales. Todo bajo estrictos controles de calidad y rigurosamente testeado para asegurar la pureza del producto.
Desde el LIDeB detallaron que, en primer lugar, el trabajo de laboratorio estaría enfocado a analizar las características botánicas de la planta. Una vez recolectada la planta, se la somete a un proceso de acondicinamiento del vegetal, con la finalidad de eliminarle el agua para evitar que las enzimas naturales sigan actuado. El paso siguiente, es el secado seguido de la extracción del aceite utilizando solventes, y finalmente la etapa de purificación y eliminación total del solvente.
Bruno Blanch explicó que, “en el Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Bioactivos venimos trabajando con fármacos que superen la fármaco - resistencia de la epilepsia. Según datos de la OMS, el 30 % de los pacientes epilépticos son fármaco-resistentes, reciben los medicamentos como sustancias extrañas y los envían al torrente sanguíneo para su eliminación, en lugar de localizarlos en el sistema nervioso central. Es decir, no llega a actuar el fármaco independientemente de la concentración que se le administre”.
“En estos últimos años hemos desarrollado un modelo propio de fármaco - resistencia, lo que posibilitará evaluar a los nuevos fármacos y las distintas fracciones y/o compuestos del aceite de cannabis en un modelo que nos permitirá decir si es protector o no de la crisis epiléptica”, dijo el investigador.
El presente proyecto tiene colaboraciones de otros laboratorios nacionales especializados en modelos farmacológicos que permitirán hacer distintos tipos de evaluaciones, y cuenta con la colaboración con la doctora Luisa Rocha Arrieta, del CINVESTAV-México, un centro de investigación de ese país.
Blanch aclaró que “por lo que sabemos hasta hoy, el aceite de cannabis se ha probado en distintas personas y no en todos los casos se tienen resultados positivos; incluso en ocasiones sucede que a un paciente no le controla sus crisis, y a otros sí. Esto ocurre -explicó- debido a diferentes factores, como la manera en que fue cultivada la planta, la forma en que se hizo la recolección, y posterior elaboración del aceite”.
Hasta el momento, y ante la ausencia de una reglamentación por parte del Estado, los familiares y pacientes con epilepsia y distintos tipo de enfermedades, deben resolver la obtención del aceite de cannabis de distintas maneras, muchas veces no formales, y bajo el riesgo de consumir un producto que no está adecuadamente testeado.
Cabe destacar en este sentido que, al no ser legal, no existe ningún tipo de control sobre este producto. Ni siquiera el aceite que se importa es controlado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), ya que no hay estándares para su control.
Desde la UNLP destacaron que en estos días, con una legislación en proceso, es necesario habilitar a los sectores del Estado que están académicamente preparados para dar precisiones científicas que ayuden a dar una solución a cientos de familias que hoy ven en el aceite de cannabis una esperanza para paliar el sufrimiento de sus seres queridos.
El presidente de la Universidad Nacional de La Plata, Raúl Perdomo, manifestó que “es indispensable que la Universidad tengan un rol protagónico en un tema tan relevante para la salud como la producción y utilización del aceite de cannabis. No puede estar ausente, no se le puede dar a la sociedad un medicamento que no esté rigurosamente elaborado y testeado, sobre todo cuando tenemos la capacidad y el conocimiento para hacerlo”.
Cabe reseñar que el director de laboratorio, el doctor Luis Bruno Blanch, comenzó en 1992 a trabajar en medicamentos vinculados al tratamiento de la epilepsia y en el 2003, mientras se encontraba becado en España, logró determinar que el cannabidiol tenía propiedades anti- epilépticas. Mediante una serie de estudios computacionales se determinó que tiene un 98 % de efectividad como anti-convulsivo.
Luis Bruno Blanch es además el co- fundador del Magister en Plantas Medicinales de la Universidad Nacional de la Plata, que fue creado en 1998 convirtiéndose en el primer magister del país en su tipo, reconocido por la CONEAU. Posee además tres tesis sobre plantas medicinales. (ANDigital)
Fuente: http://www.andigital.com.ar