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Martes 9 Agosto 10:26
Empresa responsable del derrame de gas oil en el río Uruguay da explicaciones
Diez meses después del episodio, la causa del “accidente” es una hipótesis sin confirmar. Y tampoco se sabe cómo afectó la flora y la fauna de la zona ni cuáles fueron los lugares más golpeados.
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Aquella mañana del 2 de octubre de 2015 algunos habitantes de Paysandú sintieron un olor raro. Mientras en las casas la gente tomaba el desayuno y los comercios se preparaban para abrir, el tufo de los 265.000; 300.000 o 350.000 litros de gasoil -jamás se verificó con exactitud- derramados horas antes en la planta de distribución de Ancap, sobre el río Uruguay, les invadió.

La historia comienza sin sobresaltos. A las 18 hs. del primer día de octubre amarran sin inconvenientes las barcazas “Río de los Pájaros” y “Garzas Viajeras”, ambas propiedad de Ancap, y el remolcador tercerizado “Raúl S”. Cuarenta minutos más tarde y hasta poco después de las 20 horas se chequeó el equipamiento, se conectaron los manguerotes que surtirían de combustible y se realizaron las mediciones de rutina. Desde las 20.28 hasta las 20.36 comenzaron las pruebas en las líneas de ocho y seis pulgadas. Hasta ahí todo normal. El jefe del operativo dio la señal de “ok” y empezó la descarga de gasoil. La descripción de los hechos surge de un expediente de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) con el que tuvo contacto el diario uruguayo El País, tras un pedido de acceso a la información pública.

Los manguerotes habían sido adquiridos en enero de 2015 e inspeccionados siete meses después. Tenían 1.300 metros que separaban la planta de las barcazas; el combustible debía ser bombeado a una presión de siete kilogramos por centímetro cuadrado. Hasta la revisión de la una de la madrugada todo marchaba bien. Pero 1.25, en una nueva inspección de rutina, se constató que en una de las mangueras la presión era nula y en la otra había disminuido.

Según declaró ante la Dinama el jefe de planta, Jorge Paster, él ordenó el cierre inmediato de las válvulas y la interrupción de la operativa, un proceso que demoró entre cinco y 10 minutos. El tiempo insumido en esto fue la primera crítica que hizo el área de Calidad Ambiental de Dinama el 18 de diciembre, en el marco de un fuerte tirón de orejas a Ancap. El documento se mantuvo en la interna de ambos hasta ahora. La instalación de bombeo de combustible no tiene equipos de medida en línea, sino que debe acercarse un operario hasta el lugar. Ante una pérdida, cada segundo es vital y el tiempo podría haberse acortado. En ese sentido, la Dinama cuestionó que las válvulas en las que se mezclan los gases no fueran accesibles desde la superficie.

Luego de la inspección que realizaron buzos tres días después del derrame, se constató que el ensamble que conectaba a las mangueras “no estaba en buen estado”, según la Armada, que exigió que “de ahora en más se haga una inspección subacuática” cada vez que haya carga y descarga de combustible, explicó el portavoz de la fuerza, Gastón Jaunsolo.

Esas fallas en la infraestructura hacen que este derrame “no pueda calificarse como accidente”, considera el investigador y ambientalista Eduardo Gudynas. Pero más allá de negligencias, lo peor vino después: aunque OSE cuenta con una toma de agua potable a tres kilómetros del lugar del desastre, se enteró de lo ocurrido por las denuncias de los vecinos varias horas después.

Recién a las 11 de la mañana OSE envió a una química a evaluar la situación. La especialista constató el olor pero no encontró restos de hidrocarburos en el agua. La empresa recién pudo comprobar lo ocurrido a las 16.30 cuando el prefecto dio aviso por teléfono. Mientras tanto, por esa toma ingresaron más de 19 millones de litros de agua, lo suficiente para llenar siete piscinas olímpicas. Lo que sigue ya es conocido: se envió un comunicado advirtiendo a la población de la prohibición de usar esa agua para consumo humano, se vació la planta y se recomenzó el proceso de potabilización. La distribución se normalizó tres días después.

En el momento del incidente tampoco se enteró la Intendencia de Paysandú, que también tomó conocimiento en la tarde gracias a una comunicación de Prefectura, señala el documento que elaboró la Dinama en diciembre. Desde el ente petrolero dijeron que dieron aviso a Prefectura y que era esa dependencia la que debía avisar, aunque la comunicación se demoró “por una tormenta”.

Río revuelto

Cerca de una hora después del derrame, el viento cambió de orientación y comenzó a soplar desde el noroeste con rachas que superaron los 110 kilómetros por hora. Esa tormenta sobre Paysandú hizo que se cortara toda la operativa, y que recién a las 7.30 de la mañana Ancap supiera que la baja presión en uno de los tubos (manguerote) y la nula presión en el otro, eran fruto de una pérdida de combustible.

Pero los operarios seguían sin observar las manchas de gasoil. Recién a las nueve, cuando se enderezó una de las barcazas, se constató el derrame y se vio que un tronco de árbol había salido a flote. Esa fue desde entonces la hipótesis de la rotura, aunque los buzos de la Armada y los técnicos de Ancap jamás pudieron comprobarlo. Solo se sabe que un obstáculo golpeó las tuberías y que la infraestructura no estaba en el mejor estado.

A la hora en que se vio la mancha, Paster dio aviso a la sede central de Ancap en Montevideo y comenzaron las reuniones con el comité de emergencia departamental. En la planta contaban con unas barreras de contención de combustible, pero no servían para ese tipo de hidrocarburos, aclara el expediente de Dinama. Sí servían unos 400 metros de “chorizos” absorbentes y 50 kilos de turba, un encapsulador de combustible. Por eso se pidió más refuerzo que llegó desde la central de La Teja, en Montevideo.

El viernes mismo Ancap realizó un recorrido por la costa, evaluó los lugares y puso “paños” absorbentes en los “lugares sensibles”. ¿Cuáles eran esos sitios? ¿Por qué se eligieron? ¿Dónde se colocaron las barreras y cuán adecuado era ese método? La Dinama lo supo 10 meses después, a comienzos de julio. Hasta entonces, Ancap solo le había comunicado a dicha dirección que en los avistamientos en lancha, así como en un recorrido en auto por la costa, no habían divisado manchas.

Dinama le recriminó a Ancap que las muestras se hayan recogido justo cuando el río tenía una crecida de 6,80 metros sobre su nivel normal, tornándolas poco representativas. Además, no se presentaron los resultados detallados, no se informó qué aconteció en las áreas afectadas desde el 2 al 22 de octubre ni cuáles fueron los puntos más sensibles. Se criticó que se haya enviado una imagen “indescifrable y sin referencias”, y que ni siquiera se haya especificado la magnitud del derrame.

En un comienzo las autoridades de Ancap dijeron a la opinión pública que lo vertido al río habían sido unos 100 mil litros de gasoil. Luego a Dinama se le informó que fueron 265 mil -cifra que lo categoriza como desastre de “gran magnitud”-, pero ese es solo un cálculo aproximado medido en función del combustible salido de un tanque.

En este sentido, Dinama cuestionó que Ancap haya omitido informar qué había sucedido con el combustible restante en las mangueras una vez frenada la operativa. Según el jefe de la misma, hubo 70 mil litros que fueron absorbidos y conducidos a los tanques.

Ancap envió muestras a un laboratorio con pruebas recogidas el 22 de octubre, 20 días después del suceso. Los análisis fueron encomendados al laboratorio Ecotech; la Dinama accedió a ellos recién en julio de este año. Los resultados arrojaron que Playa Park fue la zona con peores niveles de hidrocarburos, estando por encima de los límites en dos de los parámetros estudiados. Le siguieron el sector sur del pueblo Casa Blanca y la desembocadura del arroyo La Curtiembre, que está justo en el límite.

Tras el reclamo de Dinama, Ancap realizó un nuevo monitoreo entre el 12 y 13 de mayo. Se hizo entre el puente General Artigas y el pueblo Casa Blanca. Fueron detallados siete puntos “sensibles”, por ser espacios de baños, áreas protegidas, zonas inundables o de relieve para aves migratorias. En términos globales se observó que “el río tiene un alto grado de atropización (alteración del ambiente por incidencia humana) y modificación de ecosistemas”.

El informe de Ancap hace notar que, en parte, la contaminación se debe a la actividad fabril y a la de las caballerizas. Pero en playa Mayea los pescadores registraron manchas de gasoil en sus redes además del olor. Y en el parador municipal, un sitio de recreación de los sanduceros, hubo trazas de gasoil.

Entre las lecciones aprendidas, la Armada pidió incrementar las inspecciones en las cargas y descargas de combustible, y aceitar la comunicación entre los organismos involucrados. Por su parte, Ancap anunció que licitará la confección de un mapa de sensibilidad ambiental.

En tanto, la Dinama prevé modificar un decreto de 1979 que establece cuántos hidrocarburos puede haber en el agua, ya que algunos especialistas entienden que la norma es obsoleta.

Un problema histórico que sigue normas de 1979

El tiempo es letal. Cada instante que pasa cuando ocurre un derrame de combustible es clave para determinar la magnitud del incidente y evitar una catástrofe. No se trata solo de cerrar una llave, sino de todo el protocolo de contingencia. Pero en Uruguay “los desastres no tienen respuesta inmediata, se está muy atrasado”, cuestiona el abogado experto en Derecho ambiental Ricardo Gorosito. A su juicio, los partidos políticos “no han generado compromisos”, y la concentración de hidrocarburos que se permite en el agua sigue rigiéndose por un desactualizado decreto de 1979. 

Se dijo entonces que en las primeras versiones oficiales se anunció que el derrame duró 20 minutos de descarga “fuerte” y que se perdieron 100.000 litros de gasoil.

Según Ancap, se dio aviso inmediato a la Prefectura y desde allí a OSE. Al mismo tiempo, la empresa de agua dijo que se enteró 16 horas después. Nicolás Olivera, diputado nacionalista por Paysandú, comentó que OSE tomó conocimiento por los vecinos a las 16 horas.

A las 9 de la mañana, cuando enderezaron una de las barcazas tras la tormenta, los operarios vieron un tronco de árbol y asumieron que esa era la causa del incidente. Desde entonces esa fue la versión oficial de lo ocurrido.

Se sabe hoy que en la documentación que Ancap le entregó a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) diez meses después del derrame, se advierte que se vertieron al menos 265.000 litros de gasoil. Es un cálculo estimado por la cantidad de combustible que escapó de un tanque.

La inspección realizada por la Dinama reveló que OSE recibió denuncias de vecinos en la mañana, y que a las 16.30 horas el prefecto llamó por teléfono para explicar lo acontecido.

Tres días después del derrame bajaron buzos de la Armada y constataron que había ensambles de los manguerotes en mal estado y que pudo haber “chocado” un elemento.

Cianuro en Argentina

Estiman que falló una válvula y eso causó el derrame de cianuro. Ocurrió el 13 de septiembre del año pasado en la provincia de San Juan, en la mina Veladero propiedad de Barrick Gold. El veneno por el que murió Sócrates llegó a cinco ríos. En un primer momento el gobierno provincial dijo que no había contaminación, luego se habló de un derrame de 15.000 litros y finalmente la compañía admitió haber perdido más de un millón de litros.

Brasil: el lodo que sepultó un pueblo

Fue el desastre ecológico más impactante de 2015: dos diques con desechos mineros se rompieron y dieron rienda suelta a un alud de lodo tóxico. Incluso tapó el poblado de Bento Rodrigues, en Minas Gerais, y escapó por el río hasta el mar. La catástrofe que comenzó en la tarde del 5 de noviembre dejó 11 muertos. Y los ambientalistas estiman que los desechos se eliminarán en un siglo.

México: residuos mineros en el agua

La empresa de cobre Buenavista fue la responsable del derrame de 40 millones de residuos mineros que fueron a parar a los ríos Bacanuchi y Sonora, hace dos años. El desastre que dejó a siete municipios de México sin agua potable -afectando a unas 24 mil personas- fue fruto de un “mal diseño” de la infraestructura, lo cual vierte responsabilidad sobre las inspecciones estatales. Incluso la investigación fiscal refirió a problemas desde 2009.

Cronología hora por hora

1 de octubre

18.00 - Llegan a Paysandú, sin problemas, el convoy de barcazas que transportan combustible y el remolcador tercerizado.

20.55 - Empieza la descarga de gasoil en las barcazas. Hasta la madrugada no se reportan cambios de presión. Todo normal.

2 de octubre

01.25 - Por primera vez se detecta un cambio de presión: es nula en una manguera y está disminuida en la otra.

02.30 - Reportan tormenta que hace cortar la operativa. Viento con rachas de hasta 110 km/h.

07.30 - En una nueva prueba se comprueban las pérdidas.

09.00 - Enderezan una barcaza y notan la mancha de combustible. Un tronco sale a flote y es el supuesto causante del derrame.

11.00 - Denuncias de vecinos, OSE envía a inspeccionar. Constata olor, pero no hidrocarburos.

16.30 - El prefecto da aviso del derrame a OSE y comienza el corte de agua potable.

5 de octubre

10.00 - Baja el nivel del río y descienden dos buzos de la Armada. Constatan un agujero en la tubería, producto de un obstáculo, y los encastres en mal estado.

17.00 - Nuevo reporte de Ancap dice que quedan trazas de producto aguas abajo del embarcadero.

22 de octubre

08.00 - Ancap realiza muestreos y los envía a un laboratorio privado. Dinama accederá a los resultados 10 meses después.

18 de diciembre

11.00 - Dinama se queja de la falta de información que aportó Ancap.

27 de junio

09.00 - Ancap envía los datos solicitados a Dinama.

 

Fuente: http://www.analisisdigital.com.ar/

 

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