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Por estos días, el Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA), a cargo de la empresa INVAP, corre el riesgo de ser cancelado. A pesar de su enorme importancia para la Argentina, tanto al ministro de Defensa, Julio Martínez, como al secretario de Ciencia, Tecnología y Producción de la cartera, Héctor Lostri, no parece interesarles, según un informe de la Agencia Tecnología Sur Sur.
Además, un influyente grupo de oficiales de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) desea el fin del SARA Clase II (un dron aéreo de altitud y alcance medio) con el argumento de que no es necesario porque ellos ya tienen en el CIA (Centro de Investigaciones Aplicadas), ubicado en la ciudad de Córdoba, un vehículo aéreo no tripulado (VANT) de características similares y con un costo menor, agrega dicho estudio.
Un antiguo mito latinoamericano sostiene que las Fuerzas Armadas pueden ser buenos agentes del desarrollo tecnológico productivo de un país. Basándose en los logros que en los inicios de los intentos de industrialización del subcontinente tuvo el involucramiento castrense en los impulsos desarrollistas, pocos se detienen a ver cuáles de esas experiencias fueron exitosas y cuántas fracasaron o no tuvieron un destino definido.
Pocas iniciativas de investigación, desarrollo o producción en manos de militares dieron frutos abundantes y duraderos, y, en la mayor parte de los casos destacables, la presencia civil prevaleció y no se alcanzaron mejores logros hasta que salieron de la órbita castrense. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), de la Argentina, y Embraer, el gigante de la industria aeronáutica brasileña, son dos ejemplos de ello.
Incluso en lo que atañe a la propia industria bélica, la experiencia de las grandes potencias militares, desde Estados Unidos hasta la extinta Unión Soviética —pasando por Francia, Alemania o Suecia— muestra que el desarrollo tecnológico y la producción militar funcionan mejor en manos civiles.
El mismo informe señala que lo que ocurre por estos días en torno al SARA no es muy distinto a lo ya visto. El 22 de mayo de 2016 se publicó una nota sobre el Vigía 2A, el dron que la FAA promociona. Se trata de un proyecto enmarcado en el Programa de Áreas Estratégicas (PAE) de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que comenzó oficialmente en abril de 2007, pero en el que se venía trabajando desde 2004.
Tras 12 años, este VANT aún sigue en desarrollo, y no se ha logrado todavía un modelo operativo, en contraposición al SARA, cuyo primer modelo de evaluación tecnológica voló dos años después de iniciarse los trabajos en él.
Fuente: El Cordillerano.