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Si bien los calefones con modo piloto consumen gas las 24 horas, el estudio del INTI demostró que los usuarios destinan en promedio solamente 26 minutos al día para calentar agua
Ganar dinero y fabricar productos de calidad suele ser el leitmotiv de toda empresa. ¿Pero qué sucede cuando a la calidad y rentabilidad se le suma la variable de la sustentabilidad? La pyme metalmecánica Tonka, fabricante de accesorios para artefactos de gas, es un atípico caso en el que una empresa decide priorizar un problema ambiental antes que continuar con una de sus líneas de producción.
Para encarar esta “revolucionaria” tarea, la empresa Tonka solicitó al Centro de Diseño Industrial del INTI que cuantifique y compare las huellas de carbono de sus dos productos bandera: una válvula manual con piloto y otra automática -que se utilizan dentro de los calefones hogareños para su consumo de gas- con el fin de determinar cuál es más eficiente. Para ello se utilizó la metodología del análisis de ciclo de vida, y se trabajó en conjunto con el Centro de INTI-Córdoba.
“La huella de carbono es la sumatoria de todos los gases de efecto invernadero que un producto emite en todo su ciclo de vida. Desde la extracción de la materia prima, es decir, cualquier insumo para fabricar ese producto; su transformación en un producto final; la distribución en el mercado; el uso por parte del consumidor y su disposición final”, señala Maximiliano Zito de INTI-Diseño Industrial.
“Cuando nos pusimos en contacto con el INTI descubrimos que muchas acciones que había hecho la empresa para ir hacia la sustentabilidad, como el aprovechamiento de la energía solar o la bioconstrucción de la planta, se ocupaban sólo de la cáscara. La habíamos embellecido pero no estábamos haciendo foco en su esencia, los productos, que son los que más inciden en aspectos de sustentabilidad por fabricarse en grandes volúmenes, afectar el medio ambiente y demandar recursos ambientales y sociales”, afirma el gerente General de Tonka, Pedro Friedrich; empresa que obtuvo la certificación B. “Ser una empresa B implica asumir el compromiso de resolver problemas ambientales y sociales usando las fuerzas del mercado”, agrega Friedrich.
“Lo novedoso del estudio fue poder analizar las situaciones concretas de uso, ya que generalmente cuando se realiza un análisis de ciclo de vida de un producto se evalúa solamente la instancia de la producción y se deja de lado el análisis del consumo que muchas veces es el que mayores impactos ambientales genera”, comenta la directora del Centro de Diseño Industrial del Instituto, Raquel Ariza.
“Descompusimos cada válvula en las piezas que la conforman: desde tornillos, cables y tuercas, hasta el embalaje, el manual y todas las partes físicas destinadas al cliente. Analizamos sus materiales e identificamos los procesos productivos necesarios para fabricar esos componentes. A cada uno de esos procesos se le asignó cuánto gasto de energía insume y a la vez qué otros componentes o sustancias intervienen para que la pieza sea fabricada”, explica Zito. Parte de las tareas fue la identificación de todos los proveedores de la empresa, su ubicación geográfica y el cálculo de combustible involucrado en el transporte de los materiales hasta la planta de Tonka.
Para el análisis del ciclo de vida de ambas válvulas, los profesionales de INTI-Diseño Industrial realizaron pruebas y encuestas con usuarios de calefones. Una de las herramientas que se utilizó fue un grabador de alta fidelidad, que los usuarios (familias, solteros y parejas) colocaron en sus calefones para contabilizar la cantidad de encendidos durante 24 horas seguidas. Mediante un programa de edición de sonido se lograron identificar las curvas que se corresponden con cada encendido y su duración.
Este modelo de estudio desarrollado por el INTI permitió determinar que durante las 24 horas que se encuentra encendida la llama del piloto, en promedio, el usuario utiliza solamente 26 minutos para calentar agua. “A través de este análisis pudimos ver claramente que la válvula automática debe implementarse con urgencia en el mercado y la otra debe desaparecer, porque consume el doble de gas que el sistema automático y la calidad del servicio hacia el usuario es exactamente la misma”, detalla el gerente de Proyectos de la firma nacional, Ernesto Boerio.
Otro hallazgo relevante que determinó el estudio del INTI fue establecer, para ambas válvulas, que en cinco días de uso se emite la misma cantidad de dióxido de carbono que en toda la fabricación de estos accesorios. También se identificó que el lavado de platos es una de las tareas hogareñas que más agua caliente insume. “Estos datos demuestran que para productos que duran muchos años como los calefones, y cuya utilización requiere de consumibles como energía, agua y aceite, la instancia de uso es donde los impactos hacia el medio ambiente son más relevantes. Por lo tanto, cualquier mejora que se pueda hacer en el producto se va a traducir en mejoras ambientales mucho más importantes”, advierte Ariza.
El gerente de Tonka asegura que es necesario que el sector empresarial tome cartas en el asunto de la sustentabilidad y no solamente los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil. “El propósito de la empresa hasta la certificación B era ganar dinero y satisfacer necesidades de los clientes. Ahora nuestro propósito pasó a ser resolver un problema ambiental y eso implicó evaluar si era conveniente para el medio ambiente y para la sociedad seguir con las líneas de producción tal cual estaban”.
Un antecedente en la materia es el estudio realizado en 2013 por el Centro INTI-Energía junto a ENERGAS y la Universidad Nacional de San Martín que demostró que los consumos pasivos de gas de los calefones con modo piloto representan cerca de 0,5 metros cúbicos por día, y que su reemplazo por artefactos con encendido electrónico permitiría ahorrar más de 3,5 millones de metros cúbicos diarios y 1.200 millones al año.
Fuente: Carmen Canteros/INTI/InfoGEI