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El gobierno nacional invierte gran cantidad de energía para orientar la mirada de los ciudadanos a la promesa de un futuro perfecto en el que seremos felices por obra y gracia del diálogo y el consenso. Fuerza el discurso optimista mediante metáforas y parábolas a la par que estimula la estigmatización de todo lo que suene a kirchnerismo con conceptos como pesada-herencia o corrupción. Cuenta con la complicidad de los medios más grandes para ocultar sus miserias, sus referentes transitan programas de televisión y espacios periodísticos generalmente amigables, sin embargo no logra revertir una tendencia descendente de apoyo ciudadano.
Es cierto que a cada esfuerzo del gobierno de desviar la atención de los problemas objetivos que provocan sus políticas, quienes están en la oposición responden con acciones que intentar esclarecer el “verdadero” sentido (o deberían hacerlo), pero su participación en el menú periodístico de alto rating es reducido. Sesudas encuestas (algunas no tanto) circulan semanalmente para mostrarnos la foto del momento, algo así como dar cuenta del resultado parcial de la disputa. Resultan tan importantes para entender lo que sucede como sobrevaloradas a la hora de definir acciones, y las más de las veces ocultan su rol en la cadena de significantes que ayuda a construir el relato de época.
Cuál es hoy el lugar en que se disputa el relato? Tradicionalmente la arena de disputa era el espacio público. Pero del mismo modo que son minoría los espectadores que asisten personalmente a la final de un mundial de fútbol -quizá el espectáculo de masas de mayor audiencia-, en la política las enormes mayorías se enteran “del partido” por diversos dispositivos entre los que en los últimos años se han posicionado con relevancia las redes sociales y los espacios informativos digitales.
Como bien describió el sociólogo Daniel Rosso, esa esfera está controlada mayoritariamente por operadores privados con capacidad de edición y de intervenir en la escena, bajo un manto de invisibilidad. Por eso fue necesaria la disputa de esa estructura de medios de comunicación mediante una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, y uno de sus saldos fue el reconocimiento popular del lugar que ocupan esos medios en la construcción de sentido.
Pero así como la distribución de contenido audiovisual bajo el modo de catálogos para consumo “on demand” no era objeto de regulación, tampoco estaba planteada la posibilidad de intervenir en los nuevos dispositivos de construcción de sentido que resultaron ser las redes sociales -Facebook es creada en 2004-.
El impacto que tiene en la industria audiovisual el crecimiento del consumo audiovisual mediante plataformas OTT como Netflix o Youtube, amerita el debate sobre una regulación que contemple aspectos impositivos y de cuotas de contenidos.
Dando vueltas a la calesita
Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a analizar la agenda pública solo mirando a los grandes medios. Allí suelen tener su olimpo “malvados” editores a los que responsabilizamos por privilegiar determinadas noticias y castigar a otras que aparecen en lugares menos destacados.
Lamentablemente para el mundo analógico, el digital viene con una profusión de métricas que pueden ser utilizadas para analizar el impacto más allá del centimetraje y la ubicación. Las diferencias entre la “oferta” de los medios digitales expresada en su portada (homepage) y la “demanda” expresada en el ranking de noticias más accedidas puede observarse en este trabajo del Centro de Estudios de Medios y Sociedad en Argentina (MESO) en el que se comparan las temáticas que los medios impulsan en sus portadas con las que verdaderamente consumen los lectores.
“Las noticias sobre Información General, Deportes, Espectáculos y Ciencia y Tecnología ocupan una mayor proporción en las listas de las más leídas que en las páginas de inicio” explica el informe, lo que podría mostrar un límite al interés sobre los temas políticos entre usuarios de sitios de noticias.
Este ocaso de las portadas digitales y con ellas el papel preponderante de editores “de carne y hueso” que aplican su criterio para jerarquizar también afecta al modo en que se configura el espacio “público”. En las redes sociales ganan terreno los algoritmos que determinan la relevancia ya no de una noticia en abstracto sino de ella en relación a los intereses y consumos previos de cada uno de nosotros en tanto audiencia. El diario a la carta se corporiza a la luz del consumo en entornos digitales, mediante dispositivos móviles, tabletas y notebooks, ya no como una operación voluntaria sino más allá de ella.
Otro estudio en proceso, también del MESO, es sobre el consumo de noticias por parte de los jóvenes, los primeros resultados muestran que “la mayoría de los entrevistados accede a las noticias por medios digitales, usualmente a través de dispositivos móviles, como una práctica secundaria de su monitoreo de las redes sociales”. El fenómeno se combina con lo que llaman consumo incidental, sería el modo en el que el consumo de noticias no es el fin del acceso al espacio digital sino que “se encuentran con ellas en los feeds de sus redes, entremezcladas con anécdotas graciosas de amigos, pedidos de ayuda y fotos de viajes, animales y comidas. A veces clickean en los titulares y dedican poco tiempo a leer la información más allá del título y la bajada, para luego volver a Facebook o interrumpir el consumo mediático…”.
La novedad de este acceso a las noticias fragmentado, casi “desordenado” no solo debilita el papel de los medios tradicionales y como consecuencia de sus operaciones periodísticas, sino que debería impulsarnos a reflexionar sobre la dificultad que estos hábitos de lectura presentan para la construcción de los grandes relatos. Arriesgan los investigadores que este tipo de consumo de noticias incidental “genera una pérdida de contexto y jerarquía del contenido periodístico en la experiencia del público. El diario, el programa de radio y la televisión desaparecen como una unidad que presenta una visión ordenada y representativa de la actualidad. Lo que queda son retazos de historias y opiniones, inmersas en un mosaico gigantesco de información de todo tipo y toda procedencia”.
Terminator
Hoy son algoritmos que escapan a nuestro conocimiento los que determinan qué vemos y qué no vemos en las redes sociales, y tienden a favorecer el intercambio dentro de comunidades homogéneas. De ellas emerge la mayoría de las recomendaciones que impactan en el consumo de información, a veces con forma de noticia, otras como simples memes que se replican. Pero siempre de manera endógena, entre pares, casi como en guetos.
En ese escenario resulta más fácil alterar secuencias de hechos, ignorar sucesos o directamente comunicar sin necesidad de referencia contextual. Quizá sean estas nuevas formas de narrar las que utiliza el gobierno de Mauricio Macri. Si seguimos su participación en las distintas redes sociales observaremos que se trata de una cadena de significantes fragmentados, que poco tienen que ver con el día a día de la política y mucho menos con las intervenciones a la que la realidad obliga al gobierno.
Ahora que se puso de moda resaltar la comunicación de la Alianza Cambiemos en las redes sociales, nos interesa señalar que la novedad no pasa por el uso intensivo de las redes sociales, en la actualidad casi ningún político deja de usarlas y en todo caso hacer uso del dispositivo técnico no garantiza estar comunicándose. Lo que sucede bajo las directivas de Marcos Peña es una profusa elaboración de contenidos que aprovecha del fenómeno descripto y comunica en cada red contenidos elaborados cuidadosamente, con una deliberada independencia de los hechos del mundo real que, en ese mundo virtual, descontextualizado e idílico, ignoran a la cadena de significantes del mundo real.
Aprovechan el fenómeno de la lectura incidental para alterar el orden de los argumentos y crear un sentido diferente, para orientar hacia lecturas que no podrían justificarse en el mundo real. Así, Macri denuncia a la supuesta corrupción del kirchnerismo como causa de los problemas del país, y señala que el kirchnerismo fogonea movilizaciones cuando son evidente consecuencia de sus medidas de gobierno. Pueden argumentar un día que el kirchnerismo no existe más y dos días después acusarlo de generar un clima de inestabilidad.
Este mecanismo desata el comportamiento de ciudadanos reales y ficticios en las redes sociales, de tal intensidad que puede llegar al hostigamiento. El silencio de los grandes medios con estas prácticas solo fue roto por la denuncia de Marcelo Tinelli cuando ese modus operandi lo afectó directamente. Bajo el hashtag #TinelliMercenarioK, una campaña organizada desde las mismas usinas del PRO, que ya habían sido detectadas en la campaña electoral de 2015, respondió a la aparición en el programa de Tinelli de una imitación de Mauricio Macri sumamente lograda. Tinelli denunció al “Troll Center”, se reunió con Macri en Olivos y terminaron enviando juntos un video en la red Snapchat. “¿Cómo no va a haber 30.000 tuiteros que simpatizan con el Gobierno si este gobierno es producto de las redes sociales?” fue la defensa que esgrimió Macri.
Cabe preguntarse si al trasladarse el debate político al mundo virtual de las redes sociales, su alta concentración y falta de diversidad ameritaría algún tipo de intervención del Estado para establecer reglas de pluralismo y diversidad de voces.
Esta (ya no tan) nueva forma de construcción de sentidos, que expresa los cambios experimentados en el capitalismo en este siglo, reclama nuevas prácticas comunicacionales para resistir a la homogeneización deshistorizada que parece ser la norma en ese mundo virtual.(InfoGEI)Jd
En Tartagal, funciona la única radio que trasmite en lengua wichi
Nació en 2006 gracias a un proyecto de la UNSa en colaboración con el gobierno nacional. La emisora llega a 30 kilómetros de la ciudad y se convirtió en un espacio de comunicación en donde los productores y conductores pueden dar a conocer sus problemáticas.
La Voz Indígena (FM 95.5), la primera y única radio del país que trasmite en lengua wichi nació en 2006 mediante un proyecto de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) en colaboración con el gobierno Nacional. La emisora funciona en San Martín 1090 en el Centro Cultural de la Mujer Indígena “Litana Prado”, ciudad de Tartagal.
Este proyecto fue iniciativa de Liliana Lizordo, directora de la Comunicación Social en la UNSa en Tartagal junto con Clarisa Pleguezsuelos. La radio llega a 30 kilómetros por fuera de la ciudad.
La emisora que nació hace diez años atraviesa una complicada situación económica, crisis que se intenta superar con ferias, venta de empanadas y bailes que realizan para recaudar fondos.
En diálogo con el diario La Gaceta, Lizordo que la radio nació con el principal objetivo de incluir a los paisanos “porque en las radios se escuchaba siempre hablar castellano y la problemática indígena estaba atravesada por la mirada blanca”.
La radio fue clave en Tartagal, ciudad en la que conviven siete pueblos indígenas en donde prevalecen los wichi y guaraníes. Desde que nació la emisora, los productores y conductores cuentan con un espacio de comunicación en el que pueden dar a conocer sus problemáticas.
El horario clave de la radio es la tarde, alrededor de las 15. “Al finalizar los programas, cerca de las 18, 19 horas, los paisanos se acercan a la radio y se generan reuniones que son muy interesantes”, revela Lizordo.
Nancy López, quien integra el grupo de memoria étnica, es periodista y una de las fervientes protectoras de la radio. Además, fue la encargada de diseñar la bandera Wichi que los representa y preside los actos y celebraciones de las comunidades.
Fuente: Por Gonzalo Carbajal/VcF/InfoGEI)