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En la mayoría de los municipios del país, los desechos de la poda (troncos, ramas y hojas) no están incluidos en los sistemas de gestión de residuos y su destino final suele ser la incineración. Ante esta realidad, especialistas del INTI desarrollaron un plan integral para su valorización con el fin de generar biocombustibles.
Una opción es la elaboración de pellets o briquetas, que consisten en cilindros compactados que se utilizan como combustibles y para generar energía eléctrica. A diferencia de los fósiles, presentan costos más reducidos y un menor impacto ambiental.
La propuesta busca, además, promover el desarrollo local. “Existen tecnologías en Argentina -algunas de ellas impulsadas desde el INTI- que permiten, ante esta temática, desarrollar pequeños sistemas económicos dentro de los municipios”, destaca Martín Rearte, responsable del Área de Valorización de Recursos Biomásicos del Centro INTI-Tucumán. “Si la poda se considera como un recurso valioso, da pie a una organización virtuosa donde todos ganan: la persona que la recolecta, quien la transforma en energía, el actor que provee de tecnología, el que la comercializa y finalmente el usuario”, agrega.
Dentro del abanico de posibilidades otra opción es “chipear” la poda, es decir reducirla o triturarla. Al trozarla, es posible comercializarla como combustible para calderas. “También se puede llevar a otro grado de industrialización a través un producto para reemplazar la leña o el carbón”, explica Rearte.
El plan integral desarrollado por el Instituto incluye el diseño de equipos que funcionan con biomasa, como estufas y cocinas que utilizan pellets como combustible. Su objetivo es ponerlo a disposición de los municipios para que puedan fabricarlos. Por su parte, las empresas que se sumen a la cadena podrán postularse para acceder a líneas de financiamiento del Programa de Desarrollo de Proveedores (PRODEPRO), del Ministerio de Producción.
No todos los municipios tienen un arbolado muy frondoso, pero sí pueden tener cultivos, como citrus, tabaco o caña de azúcar, cuyos desechos pueden ser revalorizados. También puede hacerse uso de subproductos de actividades forestales.
Uno de los casos emblemáticos de trabajo se llevó adelante en Presidencia de la Plaza, provincia de Chaco. Desde su municipio se acercaron al Instituto con el fin de resolver un problema ambiental, causado desde la actividad foresto industrial. Como solución, el INTI impulsó la creación de dos plantas industriales que se alimentan de los descartes del polo maderero de la zona: una de gasificación que produce energía eléctrica y otra de pelletizado.
Esta iniciativa está apoyada en la Ley 27.191, reglamentada este año. Su punto clave es que obliga a los grandes consumidores de energía a utilizar el 8% de energías renovables desde 2017 y para 2025 este porcentaje asciende al 20%. “Este es el primer paso para alcanzar una matriz energética más diversa. Cada municipio tendrá su particularidad, por eso les pedimos que se acerquen. La Red de Biomasa en el INTI está presente cada vez en más provincias para dar una solución al problema local”, comenta Rearte.