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Frente a una audiencia de periodistas argentinos, latinoamericanos y de la National Geographic –entre los cuales se encontraba TiempoSur- la nave se mantuvo en vuelo durante más de cinco horas, alcanzando unos 22.800 pies de altitud –más de 7.000 metros- sobre el cerro Buenos Aires.
Pero su objetivo final es mucho más ambicioso: alcanzar los 90.000 pies de altitud, realizar estudios nunca antes posibles sobre la capa de ozono y experimentar condiciones de vuelo similares a las que se darían en la atmósfera marciana.
Con el financiamiento de 200 donantes individuales, empresas y un gigantesco conglomerado Airbus, el proyecto Perlan II busca evaluar las condiciones ambientales para definir el diseño de las naves que utilizarán los astronautas de una posible misión a Marte en el futuro cercano.
El estudio “horizontal” de la capa de ozono –no posible con globos meteorológicos- es otra de las novedades que prevé el diseño Perlan II.
Previamente, durante 27 minutos un avión remolcador “Puelche” –fabricado por la empresa mendocina Laviasa- proporcionó el impulso necesario para que el planeador alcanzara los 3.000 metros. Lo piloteo Horacio “El Cholo” Miranda, un argentino de 79 años de edad, poseedor él mismo de records mundiales en planeador.
Durante las cinco horas posteriores, los estadounidenses Jim Payne y Tim Gardner –a cargo del Perlan- soportaron inmovilizados en una cabina presurizada, protegidos de un ambiente con la tercera parte de la presión de aire en la superficie y temperaturas de 70°C bajo cero en el exterior. Durante ese tiempo, en el interior del habitáculo hizo “solamente” -1°.
Durante las dos próximas semanas, el equipo intentará alcanzar los 55.000 pies de altitud -unos 16,8 kilómetros- y superar las marcas de su antecesor, el Perlan I, en ésta, la primera nave de su tipo presurizada en el mundo.
El próximo invierno retornarán a nuestra Patagonia, esperando llegar a los mencionados 90.000 pies y dejar su nombre y el de El Calafate en los libros de Historia.
El proyecto
El emprendimiento continúa al del “Perlan I”, con el cual en el 2006 el millonario Steve Fossett y su acompañante Einar Enevoldson establecieron el récord de altitud para planeadores, de 15.462 metros, también en la villa turística.
Fosset falleció en el 2007 y Enevolson reagrupó el equipo para continuar el proyecto, que –con apoyo del gigantesco consorcio europeo Airbus- desarrolló un planeador aún más avanzado, el “Perlan II”.
Pero este nuevo aparato apunta, literalmente, mucho más alto: la intención es romper el récord de altitud absoluto para aeronaves de ala fija tripuladas, alcanzando la estratósfera, al límite de la cual se encuentra la capa de ozono y que representa casi una frontera virtual entre los vuelos convencionales y los espaciales.
El Calafate será probablemente el mejor lugar en el mundo para esta clase de vuelo, debido a la “Onda de Montaña”, un fenómeno presente en el lugar por el cual vientos procedentes del Pacífico rebotan con las cumbres formando una “ola” gigante sobre la cual los planeadores pueden “navegar”.
Pero en el Hemisferio Sur se da también otro fenómeno importantísimo para la intentona llamado “Vórtice Polar”, un viento invernal originado en la Antártida, que puede alcanzar los 200 kilómetros por hora y que ingresa a nuestro continente aproximadamente a la altura de Río Gallegos.
Cabalgando ambas corrientes, el equipo del Perlan II planea alcanzar los 90.000 pies de altura, más de 27.400 metros de altitud, superando el récord del tres veces supersónico avión espía norteamericano SR-71.
Y a diferencia de ese “monstruo” –el avión producido en serie más rápido jamás fabricado- el Perlan II utilizará solamente el viento y la pericia de sus pilotos para llegar al borde mismo del espacio. Esto plantea la posibilidad de realizar estudios a la capa de ozono de una manera previamente imposible.
Y aunque no sea supersónico ni secreto, el nuevo diseño cuenta con una avanzada construcción en fibra de carbono súper resistente y liviana, y una cabina presurizada preparada para que los tripulantes sobrevivan a las condiciones atmosféricas a esas alturas, similares a las de la atmósfera de Marte.
Precisamente esa característica interesó al gigante Airbus, el mayor fabricante de aviones aerocomerciales del mundo, quien brindó apoyo económico a la iniciativa.
Es importante remarcar que para alcanzar los poderosos vientos buscados, el planeador deberá primero llegar a una altitud de 3.000 metros. Y ahí entra una participación enteramente argentina en el proyecto.
La empresa mendocina Laviasa, que fabrica el avión monomotor Puelche PA-25, facilitó gratuitamente un ejemplar para ser usado en el proyecto. Por otra parte, el piloto del Puelche también es argentino. Se trata nada menos que de Horacio Miranda, quien alcanzara dos récords mundiales para planeadores en Chos Malal, uno de los cuales aún mantiene.
Fuente: http://www.tiemposur.com.ar/