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“En Japón está funcionando hace mucho tiempo y acá en Chile, somos los primeros. Y el nexo se dio gracias a la relación que tiene el doctor Juan Enrique Illanes -consiguió una donación en el año 1985 de un laboratorio de investigación que fue en su tiempo el mejor a nivel de América en ciencias marinas- y que ha perdurado en el tiempo. Y también, claro, gracias a la Jica, convenio de colaboración entre la UCN y el gobierno japonés, que permite que constantemente estemos visitándonos mutuamente y en una de esas visitas nos comentaron de esta tecnología y nos la ofrecieron para que seamos los pioneros en la implementación en Chile”, señala Joel Barraza, académico del departamento de acuicultura de la Universidad Católica del Norte y jefe del proyecto.
El objetivo del plan ejecutado por la UCN -que cuenta con la colaboración de la Corporación Regional de Desarrollo Productivo, Aguas del Valle y financiado por el Gobierno Regional- es introducir una nueva tecnología de bajo costo para la recuperación de efluentes rurales (APR) e industriales en la Región de Coquimbo.
Agrega Barraza que “es una tecnología revolucionaria donde básicamente hay tres cosas que explicar, que son paradigmas para los que diseñamos tratamiento de agua. Primero, trabajar en fase anaeróbica, segundo, usar tanques de tratamientos con fondos planos, donde siempre se trata de acumular los residuos al fondo del tanque y tercero, no generar residuo. Ahora, estamos en la fase piloto donde vamos a equilibrar el equipamiento y las condiciones de diseños y una vez que lo calibremos, que debiera ser de aquí al mes de marzo, nos acercaremos al gobierno, viendo la potencialidad tremenda que tiene, pues la idea es hacer una planta piloto a escala real en alguna localidad que estimen conveniente”.
Sobre los beneficios, explica el profesor que “es una solución tecnológica para aquellas comunidades que están alejadas de los sectores donde están las capacidades técnicas de la región, es decir en el sector rural. Por ejemplo, la tecnología que ellos tienen desarrollado se basa en condiciones bastante más críticas que la nuestra, porque son para uso industrial, donde el nivel de contaminación es diez mayor al uso doméstico. Y lo millonario es lo que nos vamos a horrar y los beneficios que tendrán las comunidades”.
Por último, advierte que “en Japón la gente ya convive con esto. Tiene proyectos que llevan muchos años y a nosotros nos tocó visitar uno que lleva dos años en operación y la primera vez que intervenía y abrían las tapas, fue cuando llegamos. Es más. No genera mantención y es mínima producto de la simpleza de cómo funciona el sistema. En Japón la tecnología es común, tan común que las Naciones Unidas seleccionó las diez mejores tecnologías japonesas amigables con el medio ambiente y un de ellas fue esta”.
Fuente: http://www.diarioeldia.cl