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El 10 de febrero concluyó el período de consultas abierto por la Comisión Europea previo a la futura aprobación de la directiva de energía renovables 2020-2030. Sin duda, uno de los aspectos más controvertidos gira en torno a la bioenergía. La European Biomass Association (Aebiom) la sigue considerando vital para cumplir con los objetivos establecidos en este campo por la UE para 2020-2030 y un informe de la Forestry Commission inglesa destaca la significativa reducción de gases de efecto invernadero en cualquier escenario planteado con biomasa, aunque advierte sobre el riesgo de apoyar sin medida la de origen forestal.
En todos los escenarios planteados se logran significativas reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), incluyendo aquellos que implican un mayor consumo de bioenergía”. Esta es la principal conclusión de Carbon impacts of biomass consumed in the EU: quantitative assessment, un estudio del Forest Research, agencia de investigación de la organización Forestry Commission del Reino Unido, en el que se presentan seis escenarios diferentes de consumo de biomasa.
Hannes Tuohiniitty, de la Asociación Finlandesa de Bioenergía, destaca desde Aebiom no solo la conclusión enunciada al comienzo, sino que “se identifiquen medidas activas de manejo forestal para aumentar la producción de bioenergía forestal y al mismo tiempo incrementar la extensión de bosques y reducir las emisiones de GEI”.
La biomasa forestal, la más cuestionada
Sini Eräjää, compatriota de Tuohiniitty, exministra finlandesa de Medio Ambiente y actual responsable de Bioenergía en BirdLife Europe, escribe en el portal Euroactiv un significativo artículo (La bioenergía es el eslabón más débil de la política de energías renovables de la UE) en el que ve el vaso medio vacío del informe del Forest Research. Eräjää entiende que si “la contribución de la bioenergía al objetivo del 27% de renovables para 2030 se realiza sin ningún tipo de garantías las emisiones anuales de CO2 se incrementarán en 500 millones de toneladas”.
Sí es cierto que el informe expone los riesgos ambientales, incluido el aumento de emisiones, de un excesivo consumo de biomasa basado en la de origen forestal, máxime si esta procede de lugares lejanos, como Norteamérica. También cuestiona que la bioenergía pueda conllevar que no se prioricen otros usos, como la madera. “A partir de las evaluaciones realizadas, si el suministro y el uso de la bioenergía no se maneja con cuidado, en particular la forestal, se incrementará el impacto neto sobre las emisiones de GEI”, explican.
Apoyo a la bioenergía a pequeña escala para cubrir necesidades locales
Un centenar de ONG de todo el mundo, tanto del ámbito ambiental como de ayuda al desarrollo, entre las que se encuentran Amigos de la Tierra y Ecologistas en Acción, ven aún menos claro la explotación forestal asociada a la biomasa. Poco antes de que concluyera el plazo de consultas para la DER II hicieron público un manifiesto para que la UE excluya de dicha directiva a la bioenergía a gran escala y detenga los subsidios directos e indirectos a la energía renovable de biocarburantes y de biomasa forestal.
“La bioenergía a gran escala está lejos de ser sostenible, ya que depende de una gran expansión de la agricultura industrial, de plantaciones de monocultivos de árboles y de la tala industrial”, se afirma en el manifiesto. Sí se defiende la bioenergía “cuando se produce a una escala pequeña para cubrir necesidades energéticas locales”, con “apoyo de fondos de desarrollo rural”.
Se necesita una política de sostenibilidad de la biomasa
En Aebiom valoran de forma positiva el empujón que dicha directiva ha dado a la biomasa sólida y gasesosa, pero sostienen que el cuestionamiento de su sostenibilidad y la posibilidad de aplicar criterios en este sentido en la futura reglamentación están creando una gran incertidumbre en el sector. “Se está discutiendo desde 2008 sin que existan decisiones finales por el momento, lo que motiva que se compliquen las inversiones”, afirma Aebiom. Se expresan así en el documento de consulta enviado a la CE, donde afirman estar a favor de “una política de sostenibilidad armonizada de la UE”.
Sini Eräjää se pregunta si esa política de sostenibilidad “estará a la altura del desafío y frenará realmente el uso insostenible de la bioenergía". Para Eräjää, en un mundo de recursos limitados, “no podemos permitirnos quemarlos cuando se desechan, incluso si se hace de forma renovable y sostenible". Las declaraciones se vinculan con la jerarquía en el aprovechamiento de recursos, o aprovechamiento en cascada, que demandan las ONG ambientales. “Debemos utilizar los recursos naturales de manera más eficiente e inteligente”, afirma la representante de BirdLife Europe, para quien “la nueva política de sostenibilidad debe garantizar que los alimentos, árboles y otras biomasas de alta calidad no se quemen directamente para obtener energía”.
Precisamente Hannes Tuohiniitty cuestiona esta jerarquía cuando se expresa en el estudio del Forest Research: “el principal inconveniente de este informe se presenta cuando compara el uso de madera y de bioenergía”. Afirma que “el uso combinado de los bosques tanto para un uso como para otro es una práctica común en la mayoría de los países, contribuyendo a la movilización de la madera y a la rentabilidad de ambas prácticas”.