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El Papa Francisco denunció ante 20 jueces argentinos y otros tantos de más de 10 países, que “la corrupción en todos los niveles es uno de los grandes males del mundo de hoy”, al tiempo que les pidió “recuperar los bienes de traficantes y delincuentes para ofrecerlos a la sociedad”, calificó la trata de personas como un “crimen de lesa humanidad” y defendió la participación de la Iglesia “en la alta política”.
Mientras se retiraba de la casina Pio IV del Vaticano, donde había participado del encuentro con jueces, el Papa se refirió a la preocupación sobre su relación con el presidente Mauricio Macri y afirmó que quienes atienden a ese asunto “tienen dos trabajos: preocuparse y despreocuparse”.
“Pido a los jueces que realicen su vocación y misión esencial, la de establecer la justicia sin la cual no hay ni orden ni desarrollo sostenible e integral, ni paz social”, aseveró el Pontífice durante su discurso en la Academia de Ciencias del Vaticano, frente a fiscales y magistrados de Argentina y otros países que participan de un seminario sobre trata de personas y criminalidad organizada impulsado por la Santa Sede. “No cabe el adagio de la ilustración de que la Iglesia no deba meterse en política: la Iglesia debe meterse en la alta política”, indicó.
El papa Francisco pidió en el Vaticano a jueces del mundo, entre ellos varios magistrados argentinos, no caer en la “telaraña de la corrupción” para impartir justicia en casos de trata y narcotráfico, y los instó a rechazar las “presiones” de los gobiernos y las “estructuras mafiosas”.
El Pontífice dirigió un mensaje a los participantes de la cumbre contra la trata y el crimen organizado que se realiza en la sede de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, donde estuvieron el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, y los jueces federales María Romilda Servini de Cubría y Sebastián Casanello, entre otros magistrados argentinos.
“A ustedes, jueces, corresponde hacer justicia, y les pido una especial atención en hacer justicia en el campo de la trata y del tráfico de personas y, frente a esto y al crimen organizado, les pido que se defiendan de caer en la telaraña de la corrupción”, aseveró. “Sé que ustedes sufren presiones, amenazas, y sé que hoy día ser juez, ser fiscal, es arriesgar el pellejo. Y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica”, dijo y alertó: “Sin esta libertad, el poder judicial de una nación se corrompe y siembra corrupción”.
Y enfatizó: “Sentirse y proclamarse libres de las presiones de los gobiernos, de las instituciones privadas y, naturalmente, de las estructuras de pecado de las que habla mi predecesor Juan Pablo II, en particular el crimen organizado y las mafias”.
Además, sostuvo que “no cabe el adagio de la ilustración de que la Iglesia no deba meterse en política: la Iglesia debe meterse en la alta política, porque, cito a Pablo VI, la política es una de las formas mas altas del amor, de la caridad”.
El Papa advirtió que la corrupción es “uno de los más grandes males sociales del mundo” y aseguró que la trata de personas y la criminalidad organizada son “verdaderos crímenes de lesa humanidad”.
Asimismo, les pidió a los jueces que recuperen los bienes mal habidos de los traficantes y delincuentes para ofrecerlos a la sociedad y, en concreto, para la reinserción de las víctimas”.
La cumbre de jueces y fiscales fue inaugurada ayer por la mañana por el presidente de la Pontificia Academia de Ciencias, el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, y luego abrió los discursos el diputado porteño Gustavo Vera. “Sin complicidad estatal, no habría crimen organizado”, afirmó uno de los organizadores del evento, cuya conducción estuvo a cargo de la modelo argentina Valeria Mazza.