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Según la ciencia
Es uno de los comentarios más escuchados dentro del coche cuando faltan pocos kilómetros para llegar a tu ciudad: "Se me ha hecho mucho más corto que la ida. Esta sensación de que se tarda menos en volver que en ir es real. Se conoce como efecto viaje de vuelta y tiene su explicación científica.
A lo largo de los años, se han llevado a cabo diferentes estudios para tratar de averiguar el origen del efecto viaje de vuelta. Uno de los primeros en estudiar este fenómeno fue el psicólogo social de la Universidad de Tilburg, en Países Bajos, Niels van de Ven. Según su estudio de 2011, el efecto viaje de vuelta podría deberse a dos causas. La primera es la familiaridad, y la segunda son las expectativas.
Al igual que las tareas con las que estamos familiarizados se nos hacen más fáciles o cortas, Van de Ven especulaba con la posibilidad de que el viaje de vuelta se nos haga más corto porque la ruta ya nos es familiar. Sin embargo, el primer estudio con 69 personas reveló que la familiaridad con la ruta no tiene que ver.
En un segundo estudio pusieron a 139 voluntarios a ver un vídeo de un pequeño viaje en bicicleta en un entorno completamente controlado y después se les pidió que estimaran en minutos la duración del viaje de ida y el de vuelta. La gran mayoría aseguró que el viaje de vuelta era más corto cuando en realidad duraban exactamente lo mismo.
La hipótesis correcta
Cuando el cerebro cree que el viaje de ida ha tardado mucho (bien sea porque nos hemos aburrido, o porque estábamos impacientes por llegar) tiende a malinterpretar la duración del viaje de vuelta. Cree que va a durar mucho, y por eso se le hace corto. Van de Ven y su equipo explican:
El efecto viaje de vuelta se debe, muy probablemente, a superadas las expectativas. Los participantes tienen la sensación de que el viaje inicial lleva más tiempo del esperado. En respuesta, alargan las expectativas de lo que van a tardar en el viaje de vuelta. Al comparar estas expectativas de regreso con el tiempo que se tarda en realidad, el viaje de vuelta parece más corto.
Curiosamente, cuando a los participantes se les induce a pensar que el viaje de ida va a ser muy largo, el efecto viaje de vuelta desaparece. Al llegar antes de lo esperado, las expectativas sobre el tiempo que van a tardar en regresar son más acordes con la realidad. Los psicólogos también añaden que la actividad durante el viaje y las propias emociones de cada pasajero influyen mucho en la estimación del tiempo que se tarda.