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Neuquén, entre dólares enterrados y petróleo derramado
Con los millones de dólares de la patética pequeña muestra de la enorme corrupción argentina golpeando en la conciencia de todos, en estos días se libra una fuerte batalla en un campo que sabe de estas cosas aunque raramente se las ha podido mostrar con claridad a lo largo de la historia. Ese campo, pleno de yacimientos con muchos más dólares potenciales escondidos que cualquier funcionario o ex funcionario podrá nunca enterrar, es el petrolero, y tiene como protagonista central a Neuquén.
El petróleo, que ha movilizado y justificado guerras, destrucciones y grandes avances para la humanidad como contrapartida, ha sido siempre importante para esta provincia. También ha sido importante la corruptela que lo ha rodeado. Esto, aunque parezca un poco raro, subyace en los argumentos que utiliza uno de los protagonistas centrales de la actual batalla, el senador nacional Guillermo Pereyra.
El senador juega sus fichas muy conciente de la sensibilidad de la coyuntura, y no ha dudado en arrojar al campo retórico de la política un dardo muy envenenado: ha sugerido que podría, con su poderoso sindicato y también desde su banca, hacer causa común con mapuches y ambientalistas, para sacar a relucir “el desastre” cometido y no remediado durante mucho tiempo por las grandes compañías petroleras, entre las que asoma primero, sin ningún disimulo, la YPF del 51 por ciento estatal pergeñada por el kirchnerismo y sus asociados, ahora en fuga precipitada.
“Hace unos días hubo un derrame grande en Rincón de los Sauces, y de eso no se ha dicho nada”, le dijo Pereyra a este periodista en el programa Sin Pelos. Cuando se le preguntó por más detalles, los eludió con habilidad para tirar otra bomba aún más grande: “todos los días hay derrames, es un desastre”, dijo. Y mencionó que las instalaciones petroleras están deterioradas, mal mantenidas. Y que hace falta urgentemente resolver este tema, mencionado hasta el hartazgo, pero por primera vez motivo de tan fuerte énfasis en boca de quien es, desde hace años, un factor gravitante en la industria petrolera, y quien preside actualmente nada menos que la comisión de Energía del Senado.
Pereyra insiste en el punto, y hay que contextualizarlo en la actual discusión paritaria, que persigue dos propósitos: mejorar los salarios petroleros, y sostener los puestos de trabajo. El tema ambiental, que es el cuco más grande que suele atormentar a las empresas que hoy negocian con Pereyra, se esgrime para justificar que en lugar de despedir entre 1.200 y 1.500 empleados, como se amenaza, en realidad habría que tomar otros 2.000 empleados mínimo, para acometer específicas tareas de remediación que exigirían los atormentados suelos de la región, los ríos contaminados, las napas afectadas. Una situación que suele ser descripta solamente por apasionados ecologistas o comunidades mapuches interesadas en el potencialmente generoso resarcimiento, ahora es tomada por el senador nacional, segundo de Hugo Moyano en la CGT, y hombre de peso en el MPN que gobierna Neuquén, la provincia más importante en los planes petroleros futuros, a partir de Vaca Muerta.
No hay linealidad posible en esta coyuntura, ni se puede pedir que sea todo clarito, transparente y sencillo de entender. El cúmulo de intereses se entrecruza. En un país que despierta a la idea de que no había fantasías, sino realidades fantásticas, en eso que todos han dicho alguna vez de que se roba a manos llenas desde el Estado, esto tiene una vigencia impresionante, que puede trastocar cualquier plan, cualquiera ingenuidad apuntada hacia el futuro, de parte de políticos acostumbrados a vivir dentro de la cúpula protectora de la corrupción generalizada, que podía lograr el perdón instantáneo para propios y extraños, por el solo hecho de la costumbre, de la tolerancia hacia lo que siempre estuvo mal hacer pero igual se hacía.
Así, no cabe duda alguna que todos los políticos en Neuquén tendrán que revisar sus argumentos, y, sobre todo, sus conductas, pasadas y presentes. El gobierno del MPN deberá poner bajo la lupa cada una de sus actuaciones, en función de la abundancia de contrataciones de obras públicas. Igual el gobierno capitalino. Igual cada municipio de esta bendita provincia. Porque, después del caso López, todos serán culpables hasta que se demuestre lo contrario, ya que la desconfianza, sin llegar todavía al “que se vayan todos” del 2001, se incrementa cada día que pasa en la conciencia ciudadana.
Fuente: Rubén Boggi http://www.diariamenteneuquen.com.ar