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Nuestros ojos son muy limitados y no pueden ver la mayor parte del espectro electromagnético, ni infrarrojo, ni ultravioleta, ni rayos X. Tampoco los objetos muy pequeños, los que están muy lejos, los que tienen luz muy débil o los sucesos que ocurren demasiado rápido o demasiado lento, según Luis Monje, biólogo y profesor de fotografía científica de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) de Madrid.
Sin embargo, con la tecnología adecuada, que incluye una amplia gama de cámaras y software fotográfico, difusores de luz, soportes de sujeción de muestras, objetivos, filtros, luces y microscopios, entre otros, se pueden superar muchas de las limitaciones del ojo humano.
Monje lleva casi tres décadas aprendiendo y aplicando las técnicas de fotografía científica para visualizar y obtener imágenes de aquello que el ojo humano no es capaz de observar.
El profesor explica al portal científico SINC que intenta lograr fotografías para ilustrar la ciencia y captar las imágenes que difícilmente se pueden tomar con métodos tradicionales, entre otras cosas “porque el impacto divulgativo de un descubrimiento científico es casi nulo si no va acompañado de imágenes”.
“La fotografía científica es un grupo de unas 30 especialidades fotográficas que se encargan de obtener información valiosa en forma de imágenes para el desarrollo de la ciencia, la industria o la educación”, explica Monje.
Este tipo de fotografía, agrega, por un lado ilustra, prueba y registra cualquier suceso que podamos ver, y, por otro, revela los fenómenos invisibles, que son bastante más de los que se podría pensar”.
El profesor Monje explica algunas de las principales técnicas fotográficas que utiliza habitualmente y que es lo que permite ver cada una de ellas.
Infrarrojo cercano. Se trata de captar la luz que reflejan los objetos en la región invisible que hay más allá del rojo profundo, entre los 700 y 1.000 nanómetros (nm), teniendo en cuenta que nosotros vemos solo entre los 400 y 680 nm. El nanómetro equivale a una milmillonésima parte de un metro.
Esta técnica es ideal para destacar la vegetación sana, atravesar la calima y las pinturas antiguas para ver los bocetos subyacentes y, a nivel forense, para distinguir sangre, pólvora y ciertas tintas y tejidos.
Supermacro. La fotomacrografía de apilamiento o Stacking son series de fotografías a gran aumento, sin microscopio, tomadas con técnicas de apilamiento para romper los límites de la escasa profundidad de campo a esos aumentos. “A grandes aumentos la profundidad de campo es tan limitada que con esta técnica se obtienen resultados impresionantes, como las imágenes de la cabeza de una hormiga”, indica.
Ultravioleta próximo. Consiste en registrar, aislándola mediante filtros de corte, la reflexión de la luz en la región que hay más abajo del violeta, entre los 320 y los 400 nm, permitiendo ver dibujos y colores ocultos de las flores, manchas de la piel, ciertas enfermedades, falsificaciones de cheques o marcas de ciertas mariposas.
Fluorescencias. Consiste en captar la nueva luz de emisión de algunos objetos, eliminando la luz que los ilumina, que es de distinto color, y sirve para distinguir ciertos compuestos y minerales, detectar animales como los escorpiones y registrar manchas de semen, orina o huellas.
Alta velocidad. Se trata de detener el movimiento de ciertos sucesos imposibles de ver de otra forma; se usa en biología, en balística, en el estudio de aerosoles farmacéuticos y, si se capta en video, la información que se obtiene es mayor, especialmente en ingeniería, por ejemplo en pruebas de colisión de coches.
Microscopía electrónica. Se emplean microscopios que consigue una enorme resolución gracias a que en vez de luz usan electrones y, en lugar de lentes, electroimanes anulares, para observar objetos desde 1 centímetro hasta 0,05 nm, De hecho, ya se pueden fotografiar hasta átomos.
EFE
Fuente: http://www.eltiempo.com